dissabte, 15 de maig del 2010

OPINIÓ: Mauthausen

A propòsit de l´excel·lent Documental realitzat per la periodista de Simat, Rosa Brines.


FONT: L´informatiu.COM

Magda R. Brox

Hoy precisamente se cumplen 65 años de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Mauthausen. Allí fueron a parar la mayor parte del contingente de españoles republicanos que cruzaron la frontera y emigraron a Francia en los últimos meses de la Guerra Civil y que, finalmente, acabaron siendo capturados por los alemanes nazis por luchar en el frente enemigo durante la II Guerra Mundial con el uniforme francés.

Las cifras de este terror invisible son escalofriantes. Más de 9.000 españoles republicanos fueron deportados a los distintos campos de concentración que, como una tupida telaraña, tejió la Alemania del Tercer Reich. Sólo en el complejo de Mauthausen-Gusen murieron más de 120.000 personas, entre los que se encontraban casi 5.000 españoles.

Estos días el Fòrum de Debats de la Universitat de València lo ha recordado con unas jornadas en homenaje a dos de los supervivientes. En las charlas Rosa Toran, presidenta de Amical de Mauthausen, la asociación que agrupa las víctimas y familiares de los deportados a los distintos campos de concentración del nazismo, habló de las obligaciones que tenemos los que no lo hemos padecido. “Nuestro compromiso por dignidad con las víctimas no es sólo hacer actos de recuerdo como éste, sino reflexionar sobre las causas, sobre cómo y por qué ocurrió”. Porque para que una canallada así cuaje se necesita una “larga cadena ejecutoria” en la que convergieron todos los poderes alemanes y por supuesto los nuestros, porque como se dijo aquella tarde, Hitler preguntó a su amigo Franco que hacía con sus compatriotas y éste a través de su ministro de exteriores y cuñadísimo Serrano Suñer dio la venia para que continuaran con el macabro genocidio.


A mi lado, mi acompañante lloraba y las caras de familiares de los que no volvieron dejaban traslucir su emoción en el más absoluto de los silencios

Las imágenes de lo que aquello pudo ser las tuvimos gracias al excelente documental que la periodista valenciana Rosa Brines ha dirigido, escrito y locutado. Encargado por el Ayuntamiento de Benicàssim precisamente para dejar constancia de lo que unas jóvenes de un instituto de la localidad aprendieron del viaje al campo de Mauthausen-Gusen, el documental constituye un magnífico ejemplo pedagógico de lo que se puede hacer con creatividad y profesionalidad pese a los pocos recursos. Por eso en los títulos de créditos sólo hay un cámara y un editor-montador (gracias esto a la Universitat Jaume I) y muchos agradecimientos.

Agradecimientos a los supervivientes que aparecen y sobrevivieron a los horrores. Se perpetraron diversos modos de exterminio. El hambre (el peso medio de un deportado era de menos de 40 kilos), el trabajo como esclavos (la mayoría de los españoles fueron obligados a acarrear piedras de más de 20 quilos por la “escalinata de la muerte” de más de 186 peldaños, varias veces al día), experimentos médicos, cámaras de gas (de la que dicen que han cambiado los azulejos para evitar que los familiares vean los arañazos que hicieron las víctimas), etc.

Los más débiles de Mauthausen eran enviados a Gusen, el “campo de no retorno”, donde fallecieron 402 republicanos valencianos. Sólo se salvaron los españoles que capacitados a desarrollar trabajos específicos, como el tío barbero de uno de los asistentes del público.

A mi lado, mi acompañante lloraba y las caras de familiares de los que no volvieron dejaban traslucir su emoción en el más absoluto de los silencios. Después uno de ellos me contaba que sobre todo deseaba que su madre se vaya de este mundo sabiendo que el padre de ésta murió como un héroe y no como un villano, porque el franquismo durante décadas no sólo silenció a los muertos sino que condenó al ostracismo a unas familias que debieron sobreponerse a la pérdida pasando a ser, en sus propios pueblos, unos proscritos y unos rojos. Todos tenemos una deuda con todos estos miles de españoles. Por dignidad, por favor.

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